24 Horas * Pt. II
- Numby.
- 24 feb 2019
- 24 Min. de lectura
Jisung añora a su mejor amigo, quien no siente lo mismo por él. Los años pasan sin que su amor por Minho desaparezca. Después de que su intento por superar esta causa perdida fuese un fracaso, decide lanzar uno de sus anillos a un pozo de los deseos, pidiendo por el amor de Minho. Para su sorpresa, su deseo podría haber sido concedido, pero solo por un corto periodo de tiempo.
Esta es una historia traducida del inglés al español con autorización del autor. Todos los derechos de la pieza pertenecen a su autor.


Autor: ScrewzLooze
Categoría: Universo Alterno
Género: Estudio de personaje / Tensión / Angustia
Serie: Parte 2 de 2 (Link a Parte 1)
Original: 24 Hours
Nota Original del Autor:
Antes que nada: Déjenme agradecerles por los abrumadoramente cálidos comentarios que he recibido en la primera parte de esta historia. He leído cada comentario antes de publicar la segunda parte, y estoy impactada por lo encantadora y dulce que es la comunidad Stay. (Incluso aun que me hayan dicho malvada) Me hicieron reír tanto, y también me hicieron sentir tan agradecida y humilde T.T
Me encanta saber lo que más les ha llamado la atención, y las ideas que se les ocurren de por qué han pasado las cosas de la forma en la que lo han hecho. Creo que es seguro decir que mi parte favorita de publicar en AO3 es escuchar sus opiniones, y ver que es lo que se les queda de las historias. Me siento tan alagada por sus cumplidos, es todo lo que uno podría desear, pero jamás dar por sentado. Habiendo dicho esto, espero que el siguiente capítulo cumpla sus expectativas ¡Seguiré intentando mejorar para mis siguientes historias!
Alrededor de las 5 am de la mañana, le envió un largo mensaje de texto a Hyunjin,
explicando la mayor parte de lo que había pasado. Hyunjin sabía sobre sus sentimientos hacia Minho, pero no sobre su intento, fallido hasta ahora, de superarlos. Para la suerte de Jisung, Hyunjin era ese amigo que contestaba las llamadas telefónicas incluso a tan temprana hora de la madrugada, solo para asegurarse de que sus amigos estuviesen bien.
Para la hora en la que Jisung había llegado a la casa de Hyunjin, a las 6:15 am, éste ya estaba caminando de un lado a otro por su cuarto, esperando ansiosamente su llegada para hablar sobre lo que había pasado.
Los padres de Hyunjin tenían dos casas, una en la ciudad, en donde había crecido Hyunjin, y otra en el lugar en el que se encontraban ahora, heredada de sus abuelos. Cuando su familia quería pasar un tiempo tranquilos alejados del ruido de la ciudad o cuando querían acampar, las calles serenas y el bosque cercano eran perfectos para una escapada de fin de semana. Aún en este lugar, el cuarto de Hyunjin era el más cool de entre todos los amigos de Jisung, e inmediatamente tomó ventaja del gran pouf púrpura que estaba en medio del cuarto.
El pouf de piel sintética comenzó a encogerse lentamente ante el peso repentino de Jisung, casi tragándoselo por completo. No le importó mucho, tal vez incluso esperaba, que tal vez terminaría en algún otro lugar cuando su trasero tocó el piso. Tal vez un portal se abriría debajo de él y lo llevaría a otra dimensión en donde habría declinado ir a aquel concierto con Changbin, años atrás.
Después de repasar lo que había pasado hacía unas horas, con Hyunjin pretendiendo ser su terapista, asintiendo cuidadosamente con la cabeza, Jisung se quedó en silencio, con un suspiro de cansancio, jalando la orilla de su playera agresivamente para liberar el estrés.
Hyunjin consideró sus opciones cautelosamente por algunos minutos, antes de levantarse repentinamente como si lo hubiese alcanzado un rayo.
“Quiero mostrarte algo.” Dijo sin alguna otra explicación, tomando a Jisung de la mano y guiándole fuera de la casa.
“¿Es muy importante que sea ahora?” Se quejó Jisung, malhumorado por tener que levantarse de nuevo, estando tan a gusto siendo tragado por el pouf.
“Será divertido. Tal vez podría animarte un poco.” Le aseguró su amigo, guiándolo hacia una plazuela, con lo que parecía un pozo en el centro. El área entera estaba cubierta por hierva, dientes de león y pasto lo suficientemente alto como para cubrirles las piernas, había también grandes árboles de hojas amarillas tapando la vista hasta que llegaron justo frente al pozo.
“No tengo sed Hyunjin.” Jisung frunció el ceño. Lo último que quería era beber agua de un viejo y sucio pozo.
“No, tonto, la gente no saca agua de aquí.” Explicó Hyunjin mientras Jisung se asomaba por la orilla para ver al vació, observando las grietas decorando el túnel de piedra. “Es un bonito y pequeño poso, ¿no?” Preguntó recargando los codos al lado de los de Jisung.
“Supongo. No es como si huera visto muchos. Está normal.”
“He escuchado a la gente de aquí decir que este es un pozo de los deseos.”
“¿Un qué?”
“Si avientas algo, como una moneda, y pides un deseo, éste se hará realidad.”
“Oh… eso suena estúpido ¿Por eso me trajiste aquí? Pensé que querías decapitarme o algo. Eso podría haberme animado más. Este lugar luce… sospechoso.”
“Mi mamá dice que una mujer una vez deseó ganar la lotería, y que la ganó al siguiente día.”
Jisung rió burlonamente ante la idea, moviendo la cabeza.
“Sí claro. No creas todo lo que tus padres te dicen.”
“No es como si tuvieras algo que perder por intentar. La gente de aquí dice que si pides algo que realmente necesitas, las deidades del pozo te concederán ese deseo por un día.”
“¿Un día?” Preguntó Jisung, levantando el dedo índice.
Hyunjin rió, golpeando a Jisung en el hombro.
“Sí, lo sé ¿Pero desde cuándo ha tenido sentido la magia?”
“No creo en la magia Hyunjin.” Dijo Jisung con fastidio, volteando de nuevo a la profundidad del pozo, actuando de forma diferente de cómo lo haría normalmente, siempre siendo una persona despreocupada. No tenía problema en hacer ridiculeces ni actuando como payaso la mayor parte del tiempo, incluso ahora si lo intentara, podría pensar en un par de deseos ridículos, para animar a Hyunjin y terminar con el día. Pero nada de eso se sentía correcto ahora.
“Puedo darme cuenta de que necesitas un deseo ¿Lo harás? Puedo hacerlo yo también, si eso te hace sentir mejor.”
“No…” Se negó amablemente “No estoy interesado.”
“¿No vas a intentarlo ni por Minho?” Le retó Hyunjin, levantando una de sus cejas.
Jisung nunca podría rechazar un reto como ese.
“Esta bien. Como sea. Ya de por sí soy un idiota ¿Qué vas a desear tú?”
“No se supone que reveles tu deseo.”
“Ah, ya veo, ¿ahora hay otras reglas? ¿Hay también una cantidad específica de dinero que se deba sacrificar a estas deidades?” Agregó.
“No, eso es conocimiento general sobre deseos.”
“Claro…” Asintió Jisung, pretendiendo entender.
Por mucho que Jisung detestara admitirlo, Hyunjin estaba en lo correcto sobre lo demás. Por muy ridículo que sonara, no era como si tuviera algo que perder. Minho no lo iba a amar de todas forma, y Jisung ya los había separado al borde de su amistad. Todo estaba tan delicado como era posible.
Sin embargo, no quería que Minho lo amara de vuelta solo por un deseo en un pozo. Quería que Minho lo amara, porque simplemente lo hacía. No quería forzarlo.
Pero al mismo tiempo, el diablito sentado en su hombro sugirió que, tenerlo por solo un día no podría herir a nadie, ¿cierto? No haría nada con Minho que éste no quisiera hacer si no estuviera bajo las influencias de alguna especie de hechizo mágico.
Jisung quería tomar a Minho de la mano, sabiendo que el otro entendía que no lo hacía solo por afección amistosa. Que Minho apretara su mano también, no por amistad mutua, si no porque Minho lo amaba también, y que su corazón diera un sobresalto al verlo, como lo hacía el corazón de Jisung cuando veía a Minho.
“Si es que funciona, ¿por qué no hay una multitud aquí, desando por todo tipo de cosas?”
“Esta villa solo tiene aproximadamente 1,000 habitantes. Todos se conocen. La mayoría de la gente desea por cosas pequeñas, como un día soleado o que sus mascotas regresen a casa. Solo puedes pedir un deseo una sola vez, así que casi todos ya lo han hecho. Ya no es novedad.”
“¿Y qué pasó con la mujer de la lotería?”
“Mi mamá dice que si su deseo se volvió realidad, fue porque realmente necesitaba el dinero.”
“Está bien… Pero con esa lógica, ¿no quieres guardar tu deseo para alguna emergencia?”
Hyunjin le dio una palmada en la espalda.
“¿Qué podría ser más importante que tu felicidad? A veces lo único que necesitamos es un buen día.”
Un buen día. 24 horas.
Todas las posibilidades. 1,440 minutos. Podría sostener el rostro de Minho entre sus manos y tal vez, tal vez, ¿robarle un beso? ¿Se enfadaría Minho si supiera? ¿Estría mal de su parte? ¿Qué pasaría al día siguiente? ¿Recordaría Minho algo de eso? ¿Estaba Jisung lo suficientemente demente como para arriesgarlo todo?
Sí, lo estaba.
Pasó casi cuatro años aferrándose a la posibilidad de que Minho interpretaría sus señales y correspondería sus sentimientos. Todas esas horas culminando, pensando en “que pasaría si”, los “podría”, los “tal vez”. Incluso ahora, no lograba reunir el coraje suficiente para concederse a si mismo su propia escapada. Quizás después de ese día, finalmente podría superar a Minho.
¿El estar consciente de lo que nunca podría tener empeoraría las cosas? ¿O le daría a Jisung la satisfacción y el empuje para finalmente dejar ir el pasado? Tal vez nunca necesitó a Minho tanto como siempre lo pensó, tan falso y fuera de lugar como eso sonara ahora.
¿Debería ignorar el pavor que sentía, arriesgándose al fracaso y a la pérdida a cambio de que se le concediera la libertad? ¿Más allá de la boca de la angustia, qué posibilidades ocultas podría abrir un simple deseo por la felicidad?
Jisung moría por decir que este era su boleto de salida del pasado.
Ni si quiera creía que fuera a funcionar, ¿así que por qué intentarlo? No había nada que perder.
Solo por esta vez. Nunca más. Un día de su vida y solo eso.
Antes de convencerse de nuevo de no hacerlo, metió la mano en sus bolsillos para lanzar algunas monedas al agua, pero los encontró vacíos.
“Claro…” Suspiró, antes de que el frio metal del anillo en su dedo gordo le diera una idea.
Instantáneamente se saco el anillo del dedo, y lo observó frunciendo el ceño. Era uno de sus anillos favoritos.
Pero si había solo una pequeña posibilidad de que lo del pozo fuera verdad, entonces Jisung aventaría todas sus posesiones de joyas en este, incluso si su deseo durara solo 60 segundos, ni hablar de 24 horas.
Con esto, abrió su palma ante el vacío y dejó que el anillo cayera en lo que parecía un túnel sin fondo, antes de escuchar el eco del sonido del agua cuando el anillo llegó al fondo, ya no había vuelta atrás.
Para cuando se dio cuenta de que no tendría realmente todo un día con Minho ya estaba camino a la parada del autobús de regreso a la ciudad.
Después de tres horas más de introspectiva y reflexionar en el pozo con Hyunjin, Jisung finalmente había tomado la fuerza para limpiar el polvo de sus pantalones y caminar lo más rápido que pudo a la estación más cercana, tras observarse unas eminentes nubes en el cielo, aproximándose. Hyunjin le puso un paraguas en la mano antes de decirle adiós, viendo ansiosamente a Jisung desaparecer en la distancia.
La fría lluvia de octubre estaba cayendo a cántaros desde el cielo gris, bañando los caminos y pavimentos del campo. Jisung estaba a diez minutos de su refugio en la parada de autobús antes de que su paraguas se diera irreversiblemente por vencido, las vértices partiéndose a la mitad contra el soplar de la tormenta.
Entre cerrando los ojos, alcanzaba a ver la señal de autobús desgastada a lo lejos, pequeñas partes desgastadas, comiéndose el metal, así que aventó el paraguas mallugado hacia un campo de cardos al final de su temporada, marchitándose en brotes oscuros. Corrió con dificultad hasta su destino, casi tropezó debido a sus agujetas desatadas, más veces de las que le gustaría admitir. Sintió decepción cuando se encontró con que no había asientos debajo del pequeño techo en los cuales sentarse para regular su respiración.
Se puso en cuclillas dejando salir un suspiro exagerado, escondiendo su rostro entre sus brazos, sintió un escalofrío recorrer su espalda, causado por el viento incansable tratando de romper su balance. Y como si el mundo hubiese conspirado en su contra, el autobús llegó una hora tarde, justo al tiempo que dejó de llover.
Jisung se dejó caer en uno de los asientos traseros, tan alejado de los otros pasajeros como fue posible, pasando sus dedos por los asientos de camino ahí. Se rodeó a sí mismo con sus brazos, intentando tomar el menor espacio, moviéndose lo suficiente como para limpiar la ventana empañada con el dorso de su mano, encontrándose con un arcoíris pálido detrás de las nubes. A pesar de todo, parpadeo ante la vista con una sonrisa, cientos de palabras danzando en la punta de su lengua, acerca de la esperanza y el miedo combatiendo dentro de él, sin tener en donde escribir.
Sin contar los minutos que tomó el autobús ante los semáforos rojos y las paradas, el viaje de vuelta tomó más tiempo que el viaje de ida, tomando cinco horas más del tiempo de Jisung.
¿Qué estaba esperando si quiera? ¿Qué cupido haya apuntado con su flecha al trasero de Minho? ¿Qué Minho sería ahora un minino enfermo de amor? No creía realmente que el deseo hubiera funcionado. Las deidades en el agua eran un mito. Es solo que estaba tan desesperado que se convenció a sí mismo de creerlo, pero para el final del viaje, se había serenado lo suficiente como para disuadir sus expectativas. Además, su estomago rugía como un oso grizzli, así que decidió pasar por su lugar favorito de comida rápida para comprar carne y té, y el que el pozo de los deseos fuera solo una broma o no, era la última de sus preocupaciones.
Estaba más preocupado por no poder reconciliarse con Minho nunca, fácilmente, y con todo derecho, podría ser que Minho ya no quisiera seguir soportando su actitud. Tuvo una sensación familiar de dolor visceral comenzando a surgir en su pecho ante la idea, causando que solo comiera menos de la mitad de su plato ante la súbita pérdida de apetito. El gerente le dio un vistazo de simpatía, cambiando el letrero de la puerta a “cerrado”.
Jisung emprendió el camino a casa a duras penas, pateando todas las piedras que se cruzaron en su camino, sus sueños y esperanzas tintineando como las luces de las calles.
Cuando finalmente logró llegar a su departamento, entrada la noche, listo para abrir una botella de soju y ahogar sus demonios, encendió las luces, sorprendiéndose de encontrar a Minho acurrucado en el sillón, medio dormido, con una de las playeras de Jisung puestas.
No pensó que Minho quisiera estar cerca de él de nuevo, o por lo menos no por un tiempo, así que el decir que estaba tan asombrado de ver a Minho en su hogar no era suficiente.
Minho lucía pequeño y vulnerable bajo la enorme playera; sus hombros fuertes y amplios perdidos bajo la tela y la postura encorvada; inocente como lucía antes de abrir la boca o de comenzar a bailar. Lucía entrañable, y el solo pensamiento de Minho esperando por Jisung escalaba viciosamente en las heridas cicatrizadas de su corazón, volviéndolas a abrir desgarradoramente.
Perdido en sus pensamientos, volvió a la realidad cuando escucho la voz adormilada de Minho.
“¿Jisung?” Preguntó, sentándose.
Jisung le saludó torpemente con la mano, forzando una pequeña sonrisa en los labios.
“Sí… Siento haber hecho ruido. No pensé que estuvieras aquí.”
A Minho no pareció importarle lo que quiso decir con eso, demasiado ocupado tratando de tallar el cansancio de sus ojos mientras hacía espacio para Jisung en el sofá.
“¿Te vas a quedar parado ahí todo el día? Ven de una vez.” Preguntó, dándole palmadas al cojín al lado de él.
Jisung inhaló profundamente, dejando su mochila deslizarse por su hombro mientras se quitó la gorra y la aventó sobre la mesa del comedor.
Se sentó al lado de Minho, asegurándose de dejar suficiente espacio entre ellos. Sin embargo Minho, por supuesto, notó esto, y decidió convenientemente colocarse en el regazo de Jisung.
El corazón de Jisung se expandió por un momento, ante la calidez y cercanía repentina.
“¿Puedo ayud-“ Comenzó a decir, pero Minho lo interrumpió haciendo un puchero.
“Te extrañé mucho.” Confesó el otro, inmediatamente deteniendo el mundo de Jisung con esas palabras.
Las palabras resonaban en sus oídos, reemplazando la estática aprensiva invadiéndole minutos antes. El mundo pareció estar en perfecta armonía para un buen día.
“¿Me estabas esperando?” Preguntó Jisung, envolviendo a Minho entre sus brazos.
Minho suspiró con contento ante el gesto, y asintió, recargando su cabeza en el pecho de Jisung.
“Sí. Me sentía tan solo sin ti.”
“¿No tienes otros amigos con los cuales pasar tiempo?” Preguntó irónicamente, asombrado de seguir en una sola pieza, ni que decir de intentar hacer comentarios ingeniosos.
“No quiero pasar tiempo con ellos… Quiero estar aquí contigo.” Admitió Minho, acariciando el cuello de Jisung con la nariz, a manera de énfasis.
Jisung se estaba sofocando, estaba seguro de que habría colapsado ahí mismo si hubiese estado de pie.
“¿Qué pasa contigo?” Preguntó, tratando de reír ante la situación, pero terminó por atragantarse en el aire como un tonto.
Esto no podía estar pasando.
Minho se estaba aferrando a él como si su vida dependiera de ello, haciéndose a sí mismo tan pequeño como podía, entre los brazos de Jisung, como si fuese un ramo delicado de flores.
“No me pasa nada..” Murmuro en su piel, provocando un temblor que recorrió todo su cuerpo, desde la cabeza hasta los pies “¿Sigues enojado conmigo?”
“Oh, baby…” Jisung suspiró con suavidad, usando la palabra “baby” como broma para aliviar la tensión del ambiente. “Nunca estuve enojado contigo… estaba enojado conmigo mismo.”
Minho asintió, dejándole saber que entendía, la sensación de sus labios en el cuello de Jisung ocasionaron otro temblor en el cuerpo.
Minho no había rodado los ojos sarcásticamente. No había hablado con ningún tipo de actitud. Simplemente había asentido dulcemente. Cualquier otro día, Minho habría reaccionado ante el “baby”, alejándolo con sus chancletas llenas de pelos de gatos. Pero ahora, éste incluso lucía feliz ante el apodo.
Jisung sabía que esto no era normal ¿Quién era este chico en sus brazos? Porque estaba seguro de que no era Minho.
“¿Qué estuviste haciendo ayer?” Preguntó Minho, levantando la cabeza para ver a Jisung.
Fue en ese momento en que Jisung notó cuan rojos e hinchados lucían los ojos de Minho, como cuando Jisung había encontrado un día una carta de rechazo de la compañía de los sueños de Minho, hecha pedazos en el bote de basura, sin decir palabra, las orillas estaba quemadas, pero no el resto; o como los días en que Minho se encerraba en el vestidor del estudio para que nadie pudiese verlo llorar, sus labios mordisqueados hasta sangrar al salir de ahí; y también como todas esas ocasiones en las que Minho no le había contado ni aun alma.
“Yo… ¿Pensaste que nunca iba a volver, o qué?” Indagó Jisung, esquivando la pregunta.
“Tenía miedo de que me sacaras de aquí para siempre después de que discutimos.” Contestó Minho, ajustándose en las piernas de Jisung. “¿Me vas a dejar dormir aquí hoy? Sé que a veces puedo parecer grosero, pero no era mi intención intimidarte o alejarte. Te amo.”
La cabeza de Jisung estaba dándole vueltas. Vueltas y vueltas como una rueda de la fortuna bajo la influencia de las drogas.
Todo esto era tan irreal, tan hermosos, tan parecido a cualquier cosa que Jisung pudiese desear nunca. Tal vez Minho había querido decir que lo amaba como se ama a un amigo. Ya se habían dicho eso antes.
Pero tal vez, cayó en cuenta de repente, que posiblemente el pozo de los deseos no era del todo un fraude. Un errático estímulo de pánico comenzó a tomarlo por completo ante la revelación.¿Cuántas horas le quedaban? ¿doce? ¿once?No podía creer que había malgastado todas esas sagradas y preciadas horas del día. No había forma de que pudiera dormir esa noche, aun que sus párpados le pesasen una tonelada cada uno.
“No te sacaría de aquí nunca. Puedes dormir aquí cuando quieras, mi hogar es tu hogar.”
Minho sonrió radiantemente ante esto, procediendo a colocar de nuevo su cabeza sobre el pecho de Jisung, bostezando.
“Hey,” Dijo Jisung, moviendo a Minho, “No te vas a quedar dormido encima de mi, ¿verdad? ¿Qué no acabas de despertar? ¡La noche es joven!”
“Eso solo fue una siesta… y ya es casi la 1 de la madrugada… y tengo mucho sueño…” Murmuró Minho.
“¡Pero tenemos tanto por hacer! ¡Tanto!” Volvió a decir Jisung, abrumado con todas las cosas que había pensado en hacer si Minho fuese su novio. Porque ahora, Minho estaba tan cerca de ser su novio como sería posible.
“Tendremos todo el día de mañana.”
Una oportunidad en un millón, escapándosele segundo a segundo.
Es que no lo entiendes. Pensó Jisung, al borde de las lágrimas.
Estas eran las únicas horas en las que Minho podría ser suyo. Eran las únicas horas que le pertenecían a Jisung. No había ningún mañana. Para el momento en que despertaran, he hicieran algún plan, las 24 horas habrían pasado ya.
Quería llevar a Minho al parque de diversiones, el que había estado observando en esa revista de moda hace meses, con la montaña rusa que tendría a Jisung vomitando por el mareo, y después Minho insistiría en compensarlo ganando algo para él en los puestos de juegos.
Quería tener una velada romántica en el rio Han, caminando con los brazos entrelazados, sus manos escondidas en las bolsas traseras de los pantalones del otro, o alimentar a los cisnes, aunque sonara meloso y predecible, aun así lo añoraba, y añoraba también terminar la cita comprándole a Minho todas las tarjetas de San Valentín por cada año en que tuvo miedo de hacerlo.
Añoraba plantar sus labios en los de Minho, y besarlo por horas, hasta que sus labios estuviesen adormecidos, con Minho desesperado e impaciente, de esta forma Minho tendría todo el poder de transformar a Jisung en gelatina con una sola mirada.
Pero más que nada, añoraba ser como cualquier otra pareja normal y olvidarse de la magia. Se despertó de su sueño despierto con los ronquidos de Minho, y se dio cuenta de que éste se había quedado dormido en sus brazos, destruyendo las ambiciones de Jisung de inmediato.
Su entusiasmo disminuyó notablemente al ver al otro chico, con ojos soñolientos, observándolo con la delicadeza con la que el cielo sostenía a las estrellas. No tenía el corazón para despertarlo, así que dejó algunas lágrimas rodar por sus mejillas hasta llegar al cuello de su camiseta, o hasta que se secaron gradualmente con el pasar de los minutos.
Esos preciados minutos que nunca serán de Jisung de nuevo.
Su labio inferior temblaba con tristeza y alegría, porque al final del obscuro túnel por el que había viajado, había una luz, y esa luz era el conocimiento de que en este momento, Minho lo amaba de la forma en la que Jisung amaba a Minho. Este momento tan simple era tal vez mejor de lo que Jisung pudiese planear nunca; el solo tener a su amado acurrucado sobre el, sintiéndose tan seguro que se había quedado dormido en cuestión de minutos, porque Minho solo podría dormir tranquilo sabiendo que Jisung estaba en casa.
Este era el tipo de amor en el que Minho esperaba a que Jisung volviera a casa, con su perdón incondicional a pesar de todos sus defectos, y en donde lo extrañaba tanto que solo podría sentirse cómodo usando una de las playeras de Jisung. Una hermosa noche de octubre durante el otoño – esta tenía que ser la mejor forma de amor.
Las partes primordiales de la vida de Jisung no eran haber ido al concierto, ni tampoco haber conocido a Minho, si no el hecho de que Minho se hubiera quedado a su lado. No eran todos esos años en los que Jisung había visto bailar a Minho, si no estos últimos días en que se rehusó a hacerlo. Esencial, no el que Jisung hubiese pedido un deseo, si no el regreso a casa después, solo, congelándose en el autobús de la villa en el viaje de vuelta, teniendo que enfrentarse a sí mismo. Y estos minutos no eran diferentes – era más importante el hecho de que Minho lo amara que el poner en práctica su lista de cosas románticas.
Eventualmente, sus pensamientos fueron interrumpidos por la sensación de sus piernas adormecidas, así que levantó a Minho y lo cargó hasta su cama, el suelo rechinaba ante sus cautelosos pasos, la única señal de que todo esto era real y no un truco de la mente de Jisung. La oscuridad del pasillo los engulló, reflejos de la luz de la luna guiando el camino hacia su cuarto.
Colocó al otro cuidadosamente en la cama, asegurándose de no despertarlo, pero cuando estaba a punto de retirar sus brazos para ir a cambiarse, Minho inmediatamente lo abrazó en desacuerdo.
“¡No te vayas!” Imploró Minho, aun con los ojos cerrados.
Jisung no podía decidir si estaba hablando dormido o si estaba despierto, pero fuese lo que fuese, hizo a Jisung sentirse como un desastre tambaleante, un poco más que una pirámide de cartas, destruyéndose ante el más gentil de los vientos.
“No lo haré, solo iré a ponerme la pijama.” Le aseguró al otro, quien lentamente le dejo ir, aun que aun parecía dudoso.
Jisung se alejó lo suficiente para quitarse los pantalones y la camisa, cambiándose con lo más cercado que encontró de ropa limpia. Después se deslizó entre las suaves sábanas al lado de Minho, el otro se aferró a él de nuevo de inmediato, colocando una pierna por encima de la cadera de Jisung.
El corazón de Jisung latía incesantemente, ocasionando un contraste ante el silencio que los rodeaba, y ante la quietud del tiempo.
Eran pasadas de la una y media de la madrugada, estaba completamente oscuro, y si alguien le hubiese dicho a Jisung que la mejor noche de su vida sonaría de esta forma, habría golpeado a esa persona en la cara sin ningún remordimiento.
Sabía que le quedaría una hora tal vez con este Minho si se despertaban lo suficientemente temprano, así que rezó a esas deidades del pozo para que esto estuviera incluido en el paquete.
Y si no era así, al menos Jisung intentaba reconciliarse con la idea de que esto que estaba viviendo ahora no sucedería de nuevo. Este era Minho enamorado. Minho enamorado de Jisung.
No le dolía tanto como había pensado, más bien estaba en estado de negación de lo que estaba pasando, o en negación de que esto terminaría ¿Podría Jisung volver a ser el mismo de antes cuando todo volviera a la normalidad? ¿Era un tonto por pensar que no necesitaría a Minho en el resto de su vida?
No había las suficientes horas restantes para pensar en eso. Por un tiempo, cada vez que sus párpados permanecían cerrados por un periodo prolongado de tiempo, se había forzado a si mismo a abrirlos para permanecer despierto, saboreando lo último de Minho pegado a él, pero eventualmente perdió su línea de pensamientos y se quedó dormido sin darse cuenta.
Soñó con el pozo, con una unión de formidables voces en barítono, burlándose de él desde el vacío, rodeado de relojes daliescos derritiéndose sobre las ramas sin hojas de los árboles, ante un suelo enlodado. Los relojes comenzaron a sonar, de uno en uno, una alarma incesante hasta que el bosque comenzó a temblar y pareció que el pozo entraría en erupción, solo para escupir el anillo de Jisung, con la pieza de joya yendo lentamente hacia él, deteniéndose en la punta de sus botines.
Cuando el sonido animado de los pájaros comenzó a inundar su sueño, proveniente de algún lugar más allá del bosque, a diferencia de los otros caóticos y aterradores sonidos, abrió repentinamente los ojos ante la atemorizante revelación de que la mañana había llegado.
Justo antes de que pudiese salir corriendo de la cama para averiguar lo que estaba pasando, cayó de nuevo a la cama, debido al peso del cuerpo de Minho aun entrelazado con el suyo, despertando a Minho en el proceso.
A pesar de lo poco placentero que debió ser, Minho despertó con gracia, y le dio los buenos días a Jisung con voz tranquila y rasposa, completamente inconsciente del pánico de Jisung.
Y como si su pesadilla no hubiese sido suficiente, Jisung tenía que rezar ahora porque no se arruinara el humor con algún accidente en sus pantalones, por lo bello que había sonado la voz de Minho. No había notado que su mirada estaba fijada precisamente en el área en cuestión hasta que escuchó la risita de Minho.
Jisung sonrió tímidamente, cubriendo sus ojos avergonzado.
Cuando se sintió lo suficientemente calmado como para ver a Minho a la cara de nuevo, se encontró con este encima de él, sus pupilas dilatadas, concentradas en los labios de Jisung.
“Bésame.” Suspiró Minho en sus labios, provocando una sonrisa en Jisung.
“¿Quieres que te bese, baby?” Dijo Jisung juguetonamente, cambiando de posición y acomodándose encima de Minho, balanceándose con cada brazo a los costados de la cabe del otro.
Minho asintió ansiosamente.
“Eres muy lindo, sabes.” Jisung se enterneció ante esta acción, rozando su nariz contra la de Minho.
“Lo sé.” Respondió sin titubear, sus ojos se cerraron en anticipación.
Así que este era el momento.
Su primer y último beso. Habría que hacer que valiera la pena.
¿Recordaría Minho algo de esto? ¿Estaría molesto? ¿Sería capas de perdonar a Jisung algún día?
“Por favor.” Comenzó a susurrar Minho, sin darse cuenta de que había hablado en voz alta, un mantra escapando de los confines de su mente para hacer su nido en los oídos de Jisung.
Jisung no estaba seguro de cómo besar adecuadamente a alguien, pero se sumergió de igual forma, conectando sus labios para ese beso tan esperado. No pudo evitar dejar salir un suspiro ante lo sedosos que se sentían los labios de Minho, y ante lo mejor que era la realidad a cualquier cosa que había imaginado; Sus labios eran más suaves que cualquier cosa en la que pudiese pensar.
Sintió derretirse ante Minho, ante sus suspiros tan livianos como una pluma y su sabor tan dulce como un algodón de azúcar. Debió haber estado comiendo dulces el día anterior, mientras esperaba a que Jisung llegara a casa.
Sintió las manos de Minho ir desde sus caderas hasta su espalda, recorriendo sus uñas contra su piel. Jisung sonrió ante esto, dejando que Minho lo acercara imposiblemente cerca.
No le quedaba más aire en los pulmones – No sabía como desacelerar el ritmo de un beso, ni siquiera sabía de donde estaba sacando el aliento para seguir. Probablemente era la adrenalina o tal vez magia. Sabía que probablemente le quedaban pocos minutos para disfrutar antes de que todo llegara a un fin incierto, antes de que Minho se diese cuenta de lo que estaba haciendo e intentara matarlo. Así que Jisung se aferró a este momento y lo prolongó tanto como pudo, besando al otro tan lenta y profundamente como le fue posible, a pesar de la energía a punto de estallar dentro de sus venas.
Al separarse después de un rato, con la saliva conectando sus labios, Jisung sintió a Minho envolverlo con las piernas para atraerlo de vuelta hacia él, dejándole sin otra opción que reclamar esos labios por segunda vez, y esta vez sin restricciones.
Las mejillas de Minho estaban imposiblemente sonrojadas ante los suspiros que salían de su boca, casi opacados por la mirada nublada en sus ojos, una clara señal de su falta de vergüenza. Se separaron lo suficiente como para que Jisung alcanzase a ver esa mirada, lo que se sintió como un millón de balazos en su pecho.
Volvió a estrellar sus labios en un zambullido más ferviente y apresurado de lo que se pensó capaz, enterrando sus dedos ávidamente en cada parte de Minho que estos podían alcanzar.
Besar a Minho le veía tan natural como escribir canciones y componer música, como la primera vez que tomó una pluma para escribir sus pensamientos, la tinta verde saturando el papel; o cuando mezclaba tres ritmos diferentes para crear una melodía que había tenido en la cabeza. Le rompía el corazón el saber que tendría que vivir el resto de su vida persiguiendo solamente dos de esas pasiones. Incluso una vida sin música no sería tan mala como una vida sin besar a Minho.
No quería ver el reloj en su mesita de cama y saber cuantos minutos le quedaban. No quería separarse de Minho, pero el cielo estaba comenzando a aclararse, y casi podía sentir la calidez del sol rozando su piel, dejándole saber que la mañana había venido por ellos.
Jisung terminó el beso recargando su frente en la de Minho, tratando de absorber el momento, la eternidad era demasiado tiempo como para pasarla sin recordar estas horas.
Podía escuchar al viendo soplar por las ranuras de la ventana, haciendo que las cortinas se moviesen suavemente contra la pared. El cuarto se sintió helado repentinamente, Minho comenzó a desenlazar sus brazos y piernas.
Jisung no pudo evitar dejar salir un sollozo ahogado al plantar un beso en la frente de Minho, derramando su alma y todas las cosas que había tenido miedo de decir antes, y que no había podido decir hasta ahora - es ahora o nunca.
“Te amo tanto. Minho, te amé desde la primera vez que te vi en aquel concierto violento y sudoroso. Te he amado por tanto tiempo, ---“
Habría balbuceado por otro minuto si Minho no lo hubiese interrumpido con urgencia.
“También te amo, Jisung, pero espera ¿Por qué estas llorando?”
“¡Es que ya no hay tiempo!” Siguió divagando, su voz entrecortada mientras alcanzó su teléfono.
Sus brazos estaban temblando por el miedo, el dedo que solía tener el anillo que había aventado al pozo estaba ahora desbloqueando la pantalla de inicio.
“¿Qué demonios?” Exclamó ante la pantalla.
El reloj decía que eran las 11:03 am.
“¿Qué pasa contigo?” Se quejó Minho, haciendo muecas ante el comportamiento extraño de Jisung.
“¡Espera!” Lloró Jisung, dejando que el celular se le resbalara de las manos para empezar a contar con los dedos. “Dejé la casa de Hyunjin en la mañana, alrededor de las 11 o 12 en punto. Pedí el deseo como a las 9 am. El –“
“¿Cuál deseo?”
“-El autobús se tardo un siglo, pero fui al café Soul Cup a la hora en que cerraban, así que mas o menos como a las 10 pm. Llegué a la casa casi a la 1 am. Eso son… ¡tienen que haber pasado más de 24 horas!” Exclamó Jisung, golpeándose en la frente con la palma de su mano.
“Jisung…” Preguntó Minho cautelosamente. “¿Estas bien? ¿Qué tiene de relevancia todo eso?”
“Porque… porque.. ¿el deseo?” Dijo Jisung en voz baja, observando a Minho con gran confusión, como si Minho supiera la respuesta.
Minho estaba aun más confundido. Sin embargo, no podía evitar reír ante la miserable expresión de Jisung.
“¿Tienes que ir a algún lado?”
“¡No, Minho! Maldición, tú eres el que tiene que ir a algún lado.”
“Aparentemente alguien olvidó notificarme.”
“Pero no lo entiendo. Dijiste que me amabas.” Sollozó Jisung, observando como Minho dejó salir un suspiro de cansancio, tomando las mejillas de Jisung entre sus manos.
“Sí, y aun lo hago ¿No se supone que deba?”
“¡Exacto! ¡Eso es! ¿Cómo se supone que pasó eso?”
Minho desvió tímidamente la mirada.
“Tengo una confesión que hacer…” comenzó, Jisung lo observó con curiosidad. “Después de que discutimos y te fuiste… Seguí intentando averiguar que estaba pasando contigo. Así que me puse a indagar por tu departamento. Sé que me pediste que no entrara a tu otro cuarto cuando me diste las llaves de tu casa… Pero aun así lo hice. Y vi tus libretas y otras cosas. Vi las canciones que escribiste sobre mi.”
Todo el rostro de Jisung se había tornado rosa por las noticias que acababa de recibir. Había algunas cosas en esas libretas.
“No pensé que tuvieras esos sentimientos hacia mi, así que por eso nunca te dije lo que yo sentía.”
“¡Pero no los tienes!” Exclamó Jisung en negación. “Siempre me has alejado cuando estamos muy cerca, y no me dejaste abrazarte cuando comenzaste a dormir en mi cama, y-“
“Tenía miedo de que me rechazaras.” Interrumpió Minho, “Pensé que solo estabas bromeando sobre esas cosas. Puedes ser un payaso algunas veces.. Tenía miedo de perder a mi mejor amigo.”
“… Así que a ti, y no a un mágico tú, en verdad le gusta cuando te digo baby? ¿Ese eras tú ayer? ¿El beso en la mañana? ¿Todo?” Logró decir Jisung, con la quijada hasta el suelo, observando el dedo en donde iba el anillo.
“Aun no sé de que estas hablando…?”
“Cierto.” Recordó Jisung, sin tener idea de cómo explicarse. “Vas a pensar que soy una idiota.”
“Pero ya pienso que eres un idiota.” Bromeó Minho, limpiando con ternura las últimas lágrimas del -por el momento en llamas- rostro de Jisung .
“¿Alguna vez has escuchado de los pozos de los deseos?” Comenzó a decir con solemnidad.
Minho levantó una ceja, tratando de contener su risa lo mejor que podía, ante la aparente seriedad del asunto.
“¿Pediste un deseo?”
“Claro que lo pedí. Hyunjin dijo que la gente de la villa cree que el pozo hace tus deseos realidad por un día.”
“Ah,” Asintió Minho, entendiendo la situación, “Así que de eso se trataba lo de las horas.”
Jisung bajo la cabeza, un color carmesí cubriéndolo hasta las orejas.
Minho se apiadó de él, atrayéndolo hacia su pecho.
“¿Y deseaste que…?”
“Que me amaras tu también. Solo por un día. Ya no podía seguir actuando de la misma forma contigo. Me sentía tan frustrado y cansado. Lo único que quería hacer era superarte, pero luego lo notaste y te enfadaste conmigo.”
“¡Pues claro que me enfadé! ¡Te amo! Tenía miedo de haber hecho algo malo. Desearía que solo me hubieras dicho como te sentías.”
“Mira quien lo dice, señor “podrías-habérmelo-dicho ¡Podrías haber hecho lo mismo!” Dijo Jisung con una enorme sonrisa, presionando a Minho contra la cama para quedar en la posición en la que se encontraban minutos antes.
“¿Y qué vas a hacerme ahora? Preguntó Minho, con una sonrisa endiablada en los labios, cubriendo la anticipación debajo de ésta. “Tenías algunas ideas bastante creativas en tu pequeña libreta.”
“Voy a empezar por callar esa boca ruidosa tuya con otro beso.”
“¿Es eso una promesa?” Insistió Minho.
Jisung mordió su labio inferior.
“Ten cuidado con lo que deseas porque podrías obtenerlo.” Musitó Jisung, sugestivamente en el oído de Minho, provocándole un escalofrío.
Jisung no sabía si el pozo de los deseos tenía algo que ver con este suceso. Quizás ya estaba predeterminado que sucediera, o quizás solo era su suerte de tonto por segunda vez en su vida.
De cualquier forma, Jisung tenía todo el tiempo del mundo.
Nota Final del Autor:
¿Creen que fue magia? ¿O Jisung solo es muy afortunado? ¿Fue el destino? ¿Ayudó Hyunjin de alguna forma? ¿Qué pedirían si supieran que su deseo se haría realidad por 24 horas?
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